viernes, 10 de marzo de 2017

Mi primer cómic americano de Superman y el tocho de cómics de los frutos secos

Bueno, pues parece que la cosa va de "primeros contactos". En ésta ocasión les voy a enseñar el primer cómic americano que conseguí. Y por americano quiero decir que estaba en inglés, vamos que no era una edición española. De ésos ya tenía unos cuantos.


Y digo "conseguí" y no "compré" porque lo encontré en un tocho de tebeos en unos frutos secos. Verán, hace siglos, cuando los dinosaurios caminaban por la tierra y Raquel Welch iba por ahí con un bikini peludo, podías ir a unos frutos secos y cambiar cómics. Creo que costaban 5 pesetas cada cambio de cómic... ¿o eran 25? Bueno, no me acuerdo, al fin y al cabo fue hace mucho tiempo. Era una de mis grandes aficiones de chavaluco. Era una especie de mezcla de biblioteca, tienda de cómics pachanguera y quiosco. Ibas allí con tres o cuatro cómics que te importaban una mierda, tus pesetas y el de los frutos secos te sacaba un tochaco de cómics en los que había de todo. Y empezabas a mirar uno por uno buscando los que te molaban. Naturalmente cuando ya habías ido muchas veces el de los frutos secos se daba cuenta de que sólo llevabas tebeos de mierda y luego no devolvías los buenos. Los cojones iba a devolver los buenos, ni jarto de vino, no te jode. Ésta actitud rapiñadora propia de rata almizclera o directamente de skaven saqueador acababa jodiendo el ecosistema del tocho de tebeos de los frutos secos que se llenaba de cómics mierdosos que nadie quería así que supongo que el tipo de los frutos llevaba parte de razón. Es igual, yo me quedaba con los que me gustaban y éste de Superman me gustaba un montón, tanto que ha conseguido llegar mas o menos vivo hasta hoy. 



A ver, tampoco es que sea una maravilla del noveno arte, pero el dibujo de Curt Swan estaba muy bien y el guión corría a cargo de Len Wein, que tampoco era manco. La historia de complemento ya era más cutrecilla. Creo que Ediciones Zinco llegó a sacar una edición en español de éste número, en la primera colección de Superman aquella que era un poco más grande que un cómic normal, vamos que tenía el mismo tamaño que los de Forum. Con el tiempo, y las clases de inglés del colegio pude acabar leyéndolo, aunque cuando cayó en mis manos me limité a echarle un vistazo porque no tenía ni papa del idioma de Shakespeare. De hecho, gracias a los cómics de Superman, en concreto los de John Byrne, pude empezar a leer en inglés y enterarme de algo. Para que luego digan que coleccionar cómics no sirve para nada. Un cómic así era una marcianada en aquella época. Podías ver anuncios de series que gracias a Zinco acabamos leyendo en español, como la etapa de Martin Pasko y Tom Yeates de La Cosa del pantano, que sin ser una maravilla como la de Len Wein y Bernie Wrightson o la de Alan Moore y Steve Bissette pues no estaba nada mal tampoco. De hecho, creo que Moore aprovechó algunas tramas para su etapa, como la del pueblo habitado por vampiros que acaba sumergido por una presa.


El jachondo de mi hermano cuando se enteró de que hacía incursiones en los frutos secos me vino con su tocho de cómics de Conan de Vértice y me dijo que memorizara las portadas por si me topaba con un cómic del cimmerio o cimmeriano como le llamaban en ésa editorial. Ea, pues otra droga a la que me aficioné, los cómics de Conan el bárbaro. Normal, con portadas como ésta


Lo bueno del tocho de los frutos secos era que allí había de todo, no sabías lo que te podías encontrar. Había días que no encontrabas una mierda y pensabas que habías llevado muchos tebeos y otros tenías que volver a casa a por dos o tres tebeos (y a por más pesetas) porque había auténticas maravillas. Al final creo que el tipo de los frutos secos no aguantó tanta rapiña y me expulsó del paraíso. Vamos que empezó a mirar con lupa los cómis que llevaba para cambiar y si eran muy mierdosos pasaba de aceptar el cambio. No sé si fue éso o que mi hermano me llevó a la tienda de cómics que tenía Mariano Ayuso en la zona de Princesa. Luego vinieron Madrid Cómics en Los Sótanos de la Gran Vía, el Rastro los domingos, los puestos que había en Plaza de Castilla, uno de los cuales se convertiría en Hiper Cómic y el resto de tiendas de cómics... Arte 9, Crisis, Elektra, Generación X, Akira... y las que se me olvidan... benditas sean todas ellas.

 

miércoles, 1 de marzo de 2017

Mi primer contacto con La Herejía de Horus

Bueno, hoy toca otra batallita de abuelo cebolleta. Les voy a contar cómo tomé contacto con la serie de libros La herejía de Horus de Warhammer 40.000. En parte fue por envidia, algo muy de aquí según los fans de la leyenda negra. Pues verán, un día apareció mi hermano con un tochal de Warhammer 40.000 dedicado a los lobos espaciales, concretamente éste de aquí abajo


El muy suertudo se lo topó en uno de nuestros caladeros por apenas ocho euritos. La envidia me corroía. Así que ése mismo sábado me pasé por la Cuesta de Moyano. Al principio de la misma había un hombre sentado en esos poyetes cuadrados tan feos con una maleta llena de libros a los pies. Vamos, lo que viene siendo un vendedor pirata de libros, de esos que a los de los puestos les joden pero a base de bien, pero como yo soy una puta rata y ellos me han tocado las narices en varias ocasiones, pues eché un vistazo a ver que tenía en venta aquél tipo. Entre los libros de la maleta estaba éste de La Herejía de Horus


Acordándome del tochal de los Lobos espaciales (que ahora en las novelas se llaman Space Wolfs, tócate las narices) le pregunté al tipo por el precio del mismo. Por seis euritos se vino conmigo a casa. Y la verdad es que me lo pasé pipa leyéndolo. Eso sí, le pillé algo de tirria a los putos Lobos espaciales. Y que conste que el Concilio de Nikea me pareció, además de injusto, una soberana estupidez supina al prohibir a los bibliotecarios, los únicos que podían hacer frente a las criaturas que moran en la disformidad. Una gran injusticia, sí señor. Los mil hijos deben de ser la única legión que no cae en el caos por voluntad propia sino que les tiran de una patada en el culo. Y de la burrada que hacen los Lobos espaciales en Próspero, mejor ni hablar. Y lo dejo que me caliento y además estoy soltando spoilers a tutiplén. Yo ya había visitado el universo oscuro del año 40.000 con otra novela que tenía por casa


Necrópolis, de Dan Abnett, perteneciente a la saga de Los Fantasmas de Gaunt. A Abnett le conocía de los cómics que había escrito para Marvel junto a Andy Lanning. Si les digo la verdad el universo que me describían me pareció un sitio deprimente y oscuro cuando me lo leí por primera vez. Debe de ser que para cuando me leí Los Mil Hijos yo ya me había hecho más pesimista. En cualquier caso a partir de ésa novela de La Herejía de Horus me vicié cosa mala y empecé a pillar todo lo que pude de Warhammer 40.000. Son novelas muy divertidas, con descripciones casi cinematográficas y personajes muy bien elaborados. Naturalmente rescaté la novela de Necrópolis del oscuro agujero en la que había sido exiliada en el antro y me la volví a leer de nuevo, ésta vez en su orden cronológico en la serie de los Fantasmas de Gaunt, y la verdad es que la segunda vez que me la leí me gustó mucho más.



Ah, sobre el tochal de los Lobos Espaciales, al año siguiente pude darle envidia yo a mi hermano porque en un Expocómic conseguí un tochal de los Ultramarines por sólo 5 euros. Chúpate ésa. No se preocupen, es una envidia sana entre pescadores de libros.