miércoles, 22 de mayo de 2019

MIS PROBLEMAS CON STAR TREK

Bueno, problemas ninguno. Me gusta Star Trek. Gracias a Crom ésto no es como el fútbol y me puede gustar Star Wars y Star Trek a la vez. Me puede gustar Star Trek la serie clásica, Star Trek: la nueva generación, Star Trek las películas, Star Trek las de Jar Jar Abrams... Me gusta en general toda la mierda de Star Trek que me quieran vender. Yo con las drogas espaciales no soy muy exigente. Si hay una nave volando por el espacio ya me lo han vendido. Los problemas a los que me refiero los tuve hace años. A finales de los ochenta y principios de los noventa me dio fuerte con Star Trek. Siempre me había gustado. Me llevaron al cine a ver Star Trek, la película y me gustó. Luego tuve que ver Star Trek II: la ira de Khan en vídeo. Pero también me gustó. Cuando Telemadrid comenzó a emitir la serie clásica los sábados a mediodía pillé el vídeo Beta por banda y me dediqué a grabar todos los capítulos que pude. 




Luego los veía otra vez cuando volvía de juerga a la una o las dos de la mañana para irme contento a la cama. Posteriormente comenzaron a emitir Star Trek: La nueva generación por las tardes y esos también acabaron grabados en cintas beta. Los amigos de Telemadrid tendrían la genial idea de dejar a medias la serie justo en el cliffhanger con el que terminaba la tercera temporada, Lo mejor de dos mundos I. Una jugada magistral, sí señor. Nos dejaron a todos con la historia a medias y la cuarta temporada la emitieron pero tres o cuatro años después. El cliffhanger más largo de la historia. 




A pesar de eso la cosa me dio fuerte. Tanto, que intentaba echarle las zarpas a cualquier cosa de Star Trek que viera en las tiendas de cómics. Me tiré dos semanas dándole vueltas a si me compraba un tomo americano que recopilaba La saga del Universo del espejo, que vendría a ser una continuación de la tercera película y en la que los protagonistas, Kirk, Spock, McCoy y el resto volvían a visitar el Universo alternativo del espejo que se vió en el capítulo Espejo, espejo, en el que la Federación no existe y en su lugar hay un Imperio Terrano, malvado, claro, como todos los imperios de la cultura pop. 




Como no tenían nave usaban el ave de presa Klingon que le cholan al malo de Star Trek III: En busca de Spock. Y no contentos con eso acaban robando la Enterprise del Universo del espejo. Total, un tebeazo. Pero su precio en aquella época eran tres mil pesetas (unos 18 euritos). Y yo entonces no podía deshacerme de semejante cantidad sin darle muchas vueltas. Menos mal que el tomo siguió allí en Madrid Cómics un sábado cuando fui a por él. Una de las mejores compras que he hecho y no he tenido motivo para echar de menos aquellos tres talegos. Una de las cosas que no pude encontrar fue una revista Blade Runner dedicada a Star Trek. Voló de las tiendas y no me dio tiempo a comprarla. 




Menudo cabreo me pillé. Recuerdo que recorrí todos los quioscos de la Gran Vía buscando como un loco la dichosa Blade Runner, pero nada. Años después me la topé en un Expofriki por seis euritos. Ni que decir tiene que se vino conmigo. También me quedé con ganas de ver en el cine Star Trek V: La última frontera. Más que nada porque no se llegó a estrenar en España y fue directamente a vídeo. Menos mal que Star Trek VI: Aquel país desconocido sí lo hizo. 




Vale que la película no era para tirar cohetes pero no es tan mala como se dice. Es como un capítulo de la serie clásica, el típico episodio con ser superpoderoso que pone en cuestión las ideas y creencias de la tripulación. Puede que el amigo Shatner no se rompiera mucho las neuronas para dirigirla y está claro que no llega al nivel de las dirigidas por Nimoy pero no se merece tan mala crítica, la verdad. Así que otro chasco. Hasta que pude encontrarla en un videoclub pasó un tiempo. 


 Todo ésto les parecerán marcianadas pero en aquella época no había Skynet amigos míos. No podías encender tu ordenador y buscar el material, incluso el pirata. Debías recurrir a videoclubs, televisiones públicas y demás antros de mala muerte. Pero bueno, los inconvenientes no hicieron sino acrecentar mi mono de Star Trek y cada vez que veía algo que echarme a las córneas acababa en mis zarpas. Aproveché un cumpleaños para pedir de regalo la novela gráfica Debt of Honor de Chris Claremont (sí, el de La patrulla X), Adam Hughes y Karl Story. Cuatro mil pesetas valía el dichoso álbum. Eso sí con sobrecubierta y tapa dura. 




Luego lo editaron por éstos lares, gracias sobre todo a que el guionista era el amigo Claremont, seguro. También le eché las zarpas a otro tomito como el de La saga del Universo del espejo, Lo mejor de Star Trek, similar a los tomos que solía publicar DC en aquella época de Las mejores historias de Batman, Superman o el Joker. Otras tres mil pesetas que se fueron de viaje estelar. O a lo mejor se las llevó Scotty con el transportador. 


Así que amigos, aunque lo que nos gusta a nosotros no le guste al resto de nuestros estimados congéneres hay que tener paciencia. Con el tiempo acaba cayendo en la saca todo aquello que buscamos. Y es bueno saber inglés, claro, porque aquí publican lo que les sale del nurzo, así que como decía el amigo Malone en Los intocables, cuando el cesto de manzanas está podrido hay que ir a buscarlas al árbol. Si yo no hubiera sabido inglés no podría haber disfrutado de La saga del Universo del espejo, a día de hoy aún inédita en España. Así que ya saben, si compran cómics aprendan inglés y pasen del cesto de manzanas podrido que sólo edita cómics del último éxito de Hollywood. 
Ea, hasta otra y que tengan una larga y próspera vida.

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